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Anoche casi no puedo dormir por el frío tan intenso. Me puse más cobijas y nada, me puse tres buzos y nada. Con razón en tierra caliente a Bogotá la llaman la nevera. Y por esta época Bogotá es peor. Es época de lluvias, aunque no se esperaban por el fenómeno del Niño. Súbitamente cayeron sobre el país cuando el gobierno nos estaba preparando para el racionamiento energético. (Recuerdo que cuando Cesar Gaviria se posesionó como presidente de la República nos dijo emocionado: “Bienvenidos al futuro”. Al poco tiempo, por el travieso Niño, se desató una sequía sin precedentes que lo obligó a implementar un apagón del carajo. En Bogotá la luz llegaba a las 9 de la noche. Pero tuvo algo de positivo: Por la ausencia obligada del televisor volvimos a hablar en las familias, volvimos a cenar juntos, volvimos a necesitarnos, a reencontrarnos).
Pero te contaba, por esta época estamos en pleno invierno: lluvias incesantes que en ocasiones se congelan sobre los cerros andinos que bordean el altiplano bogotano y se desploman en una tormenta de granizo que dejan a la ciudad blanca como en un invierno europeo.
Por eso ahora te envidio en tu cálida Caracas, bella ciudad (siempre ha sido alabada como bella) y junto al mar. la conozco, bien Cuando yo era de 30 años iba a la Quinta de Bolívar, me llevaba una cuchilla Gillette, de las que se usaban en la época para afeitarse, y trozaba un pedacito de cuero de cualquiera de las sillas que sirvieron a Bolívar y lo guardaba con un celo enfermizo, debía ser algún fetichismo revolucionario. Muchos años después, de esta misma Quinta, el M-19 se robó la espada de Bolívar. Cualquier movimiento emancipador en Colombia retoma el nombre de Bolívar para su causa revolucionaria.
A veces en Venezuela se piensa que todos somos Santanderes y traidores. No, una cosa es la burguesía nacional tan abyecta y apátrida como la venezolana y otra cosa son sus pueblos, todos hermanados por lazos de sangre, de historia, de idioma, de cultura, de trashumancia y mestizaje, de más sangre africana, árabe y asiática que europea. Yo siempre me he sentido como en familia con los árabes, amo la cultura árabe, amo la cultura africana y profeso una profunda admiración por la cultura asiática. Porque nuestras raíces están en esos continentes. Solo la burguesía y la derecha que por interés y propensión congénita a la servidumbre envidian y sucumben ante los rizos rubios de los amos.
Nosotros mestizos, indios, negros, mulatos, zambos, ‘blanquinegrindios’. No saben a nada esas muñecas barbies que escogen en los reinados, todas cortadas por la misma tijera, todas monas, blondas, ojalá ojiazules y ‘esgualamidas’ de tanta bulimia para clasificar. Son más insípidas que beso de boba, como dice la gente. Les falta la voluptuosidad y las caderas anchas de la mujeres del trópico, les falta el ritmo, la cadencia de las palmeras, el sabor a aire salino frente al mar. Les falta salsa, esa salsa condimentada con guaracha y guaguancó que nos enloquece. Pero claro que una revolución acaba con esta sinvergüencería de poner a competir a las mujeres como vacas, esos ritos que llevan a la cosificación total de la mujer.
Todo auténtico revolucionario aspira a sentar por lo menos lineamientos que permitan algún día que cada persona sea ciudadana del mundo. A borrar límites y fronteras, a liquidar el instinto de territorialidad que junto a la ritualidad y la violencia heredamos de los caimanes y estos de los grandes saurios como decía Carl Sagan. Pero como este sueño es tan remoto, al menos debiéramos conformarnos con restituir La Gran Colombia y comenzar a borrar las fronteras psicológicas, los muros invisibles que nos separan y que los enemigos de los pueblos aprovechan para dividirnos y afianzar su dominio.
Andrea: no te he vuelto a leer en Aporrea. Eres muy aguda y crítica pero a su vez tierna y sensible. Te aconsejo que leas un artículo que salió de Heinz Dieterich; al margen de cualquier prejuicio, de cualquier suspicacia, me parece que tiene la razón e introduce conceptos tan sorprendentes como obvios: la “guerra relámpago” contra el ALBA. El golpe en Honduras y las siete bases en Colombia que tienen aturdidos, desconcertados y dispersos a los líderes de Unasur en momentos en que debieran hacer un frente común contra la embestida relámpago. Te recuerdo que ese tipo de guerra aunque fue ideada por un inglés fue puesta en práctica por Hitler, y con gran éxito, como negación de la guerra eterna e infructuosa de trincheras de la primera Guerra Mundial. Rumsfeld la reeditó para su “Guerra Total” o derrota de las fuerzas y naciones adversas al imperio. Los ‘ejes del mal’
Aborda Dieterich, de nuevo, la filtración de columnas narcoparamilitares en Venezuela. El imperio vio que estas fuerzas diabólicas dieron un buen resultado en Colombia así tuvieran que ceder en supuestas pretensiones éticas como sostener a un mafioso en el poder y convencer a un pueblo derrotado por la violencia secular y la miseria que este era el camino. Así sostuvo a Somoza y ahora a Hamid Karsai en Afganistán como lo cuenta Andrés Sal.lari (“Otro hijo de puta nuestro”, Rebelión, 17-11-2009).
El imperio y su burguesía cipaya combinan todas las formas de guerra en una réplica grotesca y criminal de lo que la izquierda llamó en otra época la combinación de todas las formas de lucha. Así la represión y la guerra contrainsurgente por parte del aparato legal la combinan con las atrocidades de los paramilitares: desaparecer los cadáveres de las víctimas en las fauces de los caimanes (sucre, Córdoba); establecer escuelas de descuartizamiento de seres vivos para entrenar paracos (frente al alumno descuartizaban a machete ancianos vivos y luego los obligaban a continuar el desmembramiento, El Tiempo, 23-04-2007), exacerbar el aliento criminal obligando a su tropa a ingerir carne y sangre de las víctimas; a desaparecer cadáveres en hornos crematorios (Norte de Santander), etc. etc. Todo esto y mucho más ocurre en Colombia y lo están exportando para Venezuela para desestabilizar el gobierno y desmoralizar con el accionar pérfido de los medios a ese 60% que sigue al presidente Chávez.
Por eso, y por lo que muchos tememos (en un simple proceso electoral puede la revolución bolivariana desaparecer) Dieterich aconseja un cambio de gobierno. Uno diría implementar los bueno y efectivo de las revoluciones socialistas y desechar lo malo de ellas, en especial lo negativo del socialismo europeo. A veces frente a la inconsecuencia de la burguesía venezolana y las capas medias que sin perder nada se atraviesan como una vaca muerta en el proceso revolucionario, uno -a pesar de rechazar las medidas radicales, sobre todo las que conciernen a aspectos que se debaten entre la vida y la muerte- siente cierta nostalgia por el paredón cubano y un deseo irreprimible de que crezca la gusanería latinoamericana en Miami que constituye su hábitat natural. A la entrada de Miami, en una gran valla, debiera decir: “Tierra de gusanos”.
Sí, mi querida Andrea, el Camino es largo y tortuoso, todavía no hay nada asegurado. Pero sepan que en el pueblo colombiano tienen un aliado
estratégico muy ducho en las guerras populares.
Un gran abrazo fraternal y revolucionario.